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El Baluarte de Barlovento era uno de los 3 baluartes que conformaban parte de la estructura original de la muralla defensiva de la ciudad de Panamá ubicada en el barrio de San Felipe, al ser traslada en 1673 de su sitio original, en lo que hoy conocemos como Panamá La Vieja, tras el ataque del pirata Henry Morgan.

La construcción de la muralla de la ciudad de Panamá comenzó en 1672, previo a la fundación formal de la nueva ciudad.  Los estrategas estaban convencidos –basados en la reciente experiencia que habían tenido con el pirata Morgan– de que las invasiones enemigas se producirían por el Caribe, ingresando por el Chagres e invadiendo la ciudad por la retaguardia, tras ocupar primero el arrabal.

En la planificación inicial de la ciudad de Panamá prevaleció la construcción militar que se destacó por su trazado reticular, plazas, iglesias, conventos, edificios de gobierno, y casas de la élite, todo emplazado dentro de una gran muralla. Desde la parte superior de los baluartes donde la muralla tomaba forma de diamante, se podía defender la ciudad y dispararle a quienes querían entrar.  Es decir, que los baluartes protegían a la ciudad no por la parte marina, sino por la parte terrestre. Fuera de ellos había un foso seco o revellín para que cayeran los atacantes. Este foso existía entre la muralla original y su segundo muro de protección, llamado contraescarpa.

El Baluarte de Barlovento es quizá uno de los menos recordados, ya que actualmente se encuentra rodeado de edificaciones que se construyeron en su entorno a partir del siglo XIX, luego de que, con el crecimiento de la ciudad, se ordena destruir la muralla mediante ley del 11 de octubre de 1856.  Sin embargo, al igual que otros baluartes más visibles como el Baluarte de Jesús (o Baluarte Mano de Tigre), y Baluarte de San José, forma parte de un importantísimo legado patrimonial, que como panameños consideramos urgente rescatar. Contrario a lo que muchos creen, algunos tramos de la antigua muralla aún se pueden observar.   En especial los tres tramos marítimos que aún rodean el casco antiguo colonial, inscrito en 1997 por Unesco como patrimonio de la humanidad.

La parte más completa y visible de este recinto amurallado es el tramo de las bóvedas que circunda la Plaza de Francia, antes Baluarte o punta de Chiriquí, que posteriormente se convertiría en el Paseo Esteban Huertas.  Los otros dos tramos marinos a ambos lados de la punta de este primer baluarte tienen construcciones diversas sobre sus muros que dificultan apreciar su silueta monumental. Tal es el caso (al oeste) de la escarpa de la muralla del Baluarte de las Monjas utilizado al construirse el antiguo Club Unión, o al norte la de San Francisco sobre la cual se construyó el actual Palacio Bolívar, o la del Baluarte de Oriñón que ahora forma la base de la Casa Amarilla cerca del Palacio Presidencial.